Este
principio ha sido replicado en numerosos tratados internacionales, de la Unión Europea , e
incluso en la Constitución
española de 1978. Hasta la Ley de Seguridad Ciudadana,
manifiesta que en la práctica de la identificación se respetará el principio de
no discriminación. Sin embargo, en muchos pueblos y ciudades, la policía está
identificando y deteniendo a cientos de personas sin más motivo que “parecer”
de aspecto magrebí o africano. No importa que no esté haciendo algo extraño,
tal vez solo le han sorprendido haciendo la compra, o en la parada del autobús, o tomando
el aire sentado en un parque. Una forma de vestir diferente o unos rasgos étnicos
determinados han sido proclamados “sospechosos”.
Estamos
todavía muy lejos de que se cumpla el principio de no discriminación, no solo
porque los Estados no lo aplican, sino porque numerosos medios de comunicación
y también líderes políticos o de opinión
se afanan en fomentar lo opuesto, es decir la discriminación.
Pero no hay
que olvidar lo sucedido en Europa o en cualquier parte del mundo, cuando se han exacerbado las
divisiones en las poblaciones por criterios étnicos o raciales. La consecuencia
inmediata del
incremento de la discriminación es el inexorable aumento de todas las formas de
violencia (explotación y abusos económicos, violencia física y psicológica,
etc.) Acciones que potencian la
discriminación, por parte del Estado en general o de las fuerzas de seguridad en
particular, nos parecen una grave irresponsabilidad.
Es una peligrosa injusticia criminalizar la comunidad de inmigrantes
procedentes del Magreb, que siente cada día estar estigmatizada por el mero
hecho de tener unos rasgos étnicos o raciales.
Estamos lejos de una comprensión de lo humano que capte que es la intencionalidad y la dirección a la que se aspira lo que nos define
Esta incomprensión permite que estas actuaciones sean consideradas socialmente algo “normal”. Porque la violencia y la discriminación están normalizadas, y más cuando es el Ministerio del Interior quien las
promueve y ejecuta.
Pero aunque
los derechos humanos no se cumplan, y a muchos les parezca que son solo unas
palabras escritas en un papel sin significado real, la población sabe que se están violando esos
derechos. Y si sabemos que se violan es porque los derechos humanos ya están
actuando desde el futuro y marcan una
dirección a seguir. Cuanto antes las
poblaciones escuchen y amplifiquen esa señal, y presionen para que hagan
efectivos antes resolveremos los graves conflictos que hoy nos amenazan a todas
y todos.
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