El principio de acción y reacción
“Cuando fuerzas
algo hacia un fin, produces lo contrario”
Este Principio destaca que las personas y las cosas tienen determinados
comportamientos y que resisten o facilitan nuestros proyectos si actuamos
adecuadamente. Cuando movidos por impulsos irracionales, presionamos algo
contra su propio comportamiento, observaremos que podrá ceder ante nuestras
exigencias, pero la consecuencia a corto o largo plazo, será que volverán efectos distintos a los que
queríamos lograr.
El ser
humano es forjador de acontecimientos, da dirección a las cosas, tiende a
planificar y cumplir proyectos. En suma, se dirige hacia fines. Pero la
pregunta es: ¿cómo va hacia sus fines? ¿Cómo hace entender a otra persona la
solución de un problema presente: la violenta o la persuade? Si la violenta,
ahora o después habrá reacción. Si la persuade, ahora o después se sumarán las
fuerzas.
Muchos
piensan que “el fin justifica los medios" y obran forzando todo a su
alrededor, logrando a menudo resultados exitosos. En ese caso, la dificultad
viene después.
El fin se
ha logrado, pero no se lo puede mantener por mucho tiempo.
El
Principio que estamos comentando, se refiere a dos situaciones distintas. En
una, se obtiene el fin buscado, pero las consecuencias son opuestas a lo
esperado.
En otra,
por forzamiento de situaciones, se obtiene un “rebote" desfavorable.
Trataremos los dos casos con una leyenda y con una enseñanza.
Veamos el primer ejemplo.
El viejo
Sileno era un sátiro (mitad chivo y mitad hombre), que aconsejaba sabiamente a
Dionisos (dios del vino). Su espíritu era profundo y juicioso, pero estaba
disimulado bajo una apariencia grotesca.
Por motivo
de su aspecto, un día fue capturado, mientras dormía, por unos campesinos.
Estos, orgullosos de su presa, llevaron a Sileno cargado de cadenas ante el rey
del lugar, llamado Midas.
Midas
reconoció la naturaleza del sátiro y luego de liberarlo hizo en su honor
grandes fiestas y homenajes, rogándole que perdonara a los campesinos por la
confusión producida. El sabio Sileno así lo hizo y quiso además retribuir el
espíritu piadoso del rey.
-Pide lo
que quieras y te lo concederé -dijo Sileno- pero sé razonable ya que lo que doy
no puedo luego quitar.
Sileno
hizo su concesión a Midas y desapareció.
Inmediatamente,
las vestiduras que estaban en contacto con el cuerpo del rey se convirtieron en
oro.
Entonces,
Midas comenzó a recorrer sus dominios y a convertir en oro las casas de los
campesinos, sus estanques, sus cultivos y sus animales, ante el asombro y el
agradecimiento general.
Pero
vuelto al palacio esa noche un clamor lastimoso subió hasta él... Los súbditos
llegaban con quejas crecientes.
-¡No puedo
ordeñar mis cabras de oro! -dijo uno-, y mi familia se quedará sin leche y sin
carne.
-¡Los
cultivos no darán frutos! -gritaron otros.
Y así fue
llegando al rey todo tipo de lamentos.
Midas,
meditando la solución del problema escanció vinos y llevó a su boca los
alimentos y los frutos.
Todo fue
entonces de oro y no hubo líquido ni alimento que pudiera tragar.
En tal
situación su mujer fue a reconfortarlo acariciándolo, pero de inmediato quedó
convertida en la más hermosa estatua de oro.
Midas,
hizo penitencia invocando a Dionisos para que rompiera el sortilegio de Sileno.
Y el buen dios volvió todas las cosas a su principio.
El oro se
esfumó, las cabras volvieron a ser cabras, y los estanques volvieron a contener
las aguas; los cultivos se agitaron al viento y la mujer del rey salió de su
sueño de oro. Entonces Midas pudo comer, pudo beber y agradeció con su pueblo
al dios, el haberles concedido la pobreza.
Veamos a continuación, la enseñanza referida al “rebote" de la acción:
Buda dijo: “Si un hombre me daña, le devolveré mi cariño; cuanto más daño
me haga, más bondad partirá de mí; el perfume de la bondad siempre llega a mí y
el aire triste del mal va hacia él".
Un hombre
insensato insulto al Buda y éste le preguntó: “si un hombre rechaza un regalo
dedicado a él, ¿a quién pertenecerá? Y el otro contestó: “en ese caso
pertenecerá al que lo ofreció".
“Bien
-repuso Buda- te has mofado de mí, pero yo rehúso el regalo y te ruego que lo
guardes para ti: ¿No será esto un origen de miseria para ti?"
El
embaucador no contestó y el Buda continuó:
“Un hombre
perverso que ofende al virtuoso, es como uno que mira al cielo y lo escupe; la
saliva no ensucia el cielo, sino que vuelve y mancha a su propia persona.
“El
calumniador es como uno que arroja tierra a otro, cuando el viento está contra
él mismo; la tierra no hace más que volver al que arrojó y aquel que desea
lograr algo que no es para él, obtiene aquello que es para él".
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