viernes, 22 de septiembre de 2017

La guerra es un desastre

La creciente escalada de amenazas entre Estados Unidos y Corea del Norte ha vuelto a despertar los temores de un posible conflicto nuclear. Posibilidad, en realidad, que nunca desapareció, porque la mezquindad de los gobernantes y la codicia del gran capital no ha dejado de especular con la guerra. Las empresas fabricantes de armas obtuvieron durante los primeros meses del mandato de Donald Trump unos beneficios de 69.000 millones de euros, al tiempo que la cotización de sus acciones en bolsa se disparaba. Los analistas financieros adelantan, además, que 2018 puede ser el año en el que las empresas armamentísticas alcancen cifras de récord en cuanto a ganancias. Hay cerca de 40 conflictos armados en el planeta. La mayoría alejados de los grandes focos de la información, olvidados, pero que suman cada día sus muertos a una lista macabra. Las armas que alimentan esas guerras son fabricadas en países que con una descarada hipocresía se autodenominan defensores de los derechos humanos, entre los que se encuentra España, séptimo exportador mundial de armamento.
Es imposible avanzar hacia una cultura de la no violencia que aleje la amenaza de un gran conflicto nuclear capaz de acabar con la vida en este planeta, si no detiene esta escalada irracional que beneficia a unos pocos. Los humanistas denunciamos a las empresas fabricantes de armas, a los gobiernos cómplices y a las entidades financieras que las respaldan y exigimos:  Desarme nuclear inmediato y total  Retirada de las tropas invasoras  Devolver los territorios ocupados  Desarme convencional progresivo  Renuncia de la guerra como método para resolver conflictos Toda política que no vaya encaminada hacia la consecución de estos objetivos está apostando por el beneficio y la muerte. Y de nada valdrán sus buenas palabras o grandilocuentes declaraciones de intenciones serán cómplices de la guerra y contrarias a la evolución humana. HACIA UNA CULTURA DE LA NO VIOLENCIA Hoy son innumerables ejemplos que hablan de un mundo enfermo de violencia. Y no nos referimos únicamente al hecho armado de la guerra, aunque la amenaza un conflicto nuclear vuelva a ocupar portadas por la escalada de amenazas entre Estados Unidos y Corea del Norte. Todos podemos sentir esa violencia cotidiana que se expresa en millones de personas excluídas y obligadas a vivir en la pobreza, en los ataques contra las mujeres, en la discriminación por motivos religiosos o étnicos, en la presión que se vive o en la persecución a que son sometidos todos aquellos que no actúan siguiendo los preceptos marcados por los “guardianes de la moral”.
Para los humanistas la violencia es la expresión de un sistema cruel, que coloca otros valores por encima del ser humano, y que deberá ser superado para dar un necesario salto evolutivo en nuestra especie. Nos movilizamos hacia aquello que defiende la vida, y rechazamos lo que se encamina hacia la muerte. Somos violentos cuando vemos en el otro un para mí, que sirve a mis intereses o que utilizamos para descargar nuestras tensiones o frustraciones; y comenzamos a practicar la no violencia cuando reconocemos lo humano en el otro. Cuando vemos un ser con nuestros mismos miedos, esperanzas y contradicciones, pero capaz de superarlos para construir juntos. Sabemos que somos muchos los que aspiramos a ese otro mundo sin violencia que permitirá avanzar hacia una Nación Humana Universal. Por eso os invitamos a que celebréis con nosotros el próximo 2 de octubre, declarado por las Naciones Unidas como día internacional de la no violencia, para expresar juntos la necesidad de una nueva cultura de la no violencia activa.

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