lunes, 16 de noviembre de 2015

No creo que de pronto haya nacido una generación que sea hiperactiva : entrevista a Virginia López



Virginia López es educadora social. Desde hace diez años trabaja con menores en situación de riesgo social, aportándoles herramientas para su apoyo. Es también miembro activo de la Comunidad para el Desarrollo Humano, organismo humanista desde el que promovió junto con otros miembros una campaña de alerta sobre el uso de psicofármacos en niños y adolescentes y el llamado Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).  Esta entrevista se desarrolló como parte de la investigación de Humanistas de Carabanchel sobre este tema.



es como si responsabilizáramos de todo a los chavales y encima les damos una pastilla para que se callen”


Gracias por atendernos Virginia, ¿cuál fue tu primer contacto con el TDAH, que impresión tuviste?
Recuerdo que al principio conocí algunos casos de chavales que estaban medicados, pero lo veía como algo muy puntual Luego hubo otro momento en eso que acabó siendo muy generalizado. Incluso para los menores y las familias estaba casi normalizado. Y recuerdo muy nítidamente que una vez una chavala, cuando estábamos en verano, en actividades de ocio, en veranos se suele suspender el tratamiento y me dijo: ¡Huy profe!, no se que me pasa pero hoy me estoy riendo mucho. Yo creo que es porque no me estoy tomando la medicación. Y algo en mi tomó contacto con esa realidad y me dije, ¡no es posible! Si una niña ve anormal reírse y lo ve supeditado a tomar o no una medicación, aquí esto está haciendo más daño de lo que en principio parece.
A partir de ahí es cuando ya empecé a investigar un poquito más, a tomar contacto con gente que estaba trabajando en ese mismo tema, y si nos empezamos a dar cuenta, no sólo yo, sino compañeros de profesión que se estaba disparando el tratamiento y el uso de psicofármacos con menores.
¿Y eso te llevo a participar en la Campaña que desarrolló la Comunidad para el Desarrollo Humano? ¿Puedes explicar como fue?
Sí, en el 2007 un grupo de profesionales del campo de la salud y la educación y también madres y padres, miembros de La Comunidad para el Desarrollo Humano empezamos a investigar, recopilando artículos de prensa, científicos, etc. Ahí advertimos que era difícil,  si no imposible, acceder a información sobre datos sobre los tratamientos con psicofármacos a menores o de los diagnósticos de TDAH.  Después hicimos una campaña pública de difusión, denunciando  que había crecido el uso de estos psicofármacos exponencialmente, que estaba descontrolado. Pedimos precisamente a las autoridades públicas que hubiera cierto control, cierto seguimiento, no sólo de los tratamientos, sino de los diagnósticos, porque ya habíamos descubierto que se estaba diagnosticando muy  a la ligera.  También que se investigaran las prácticas de las farmacéuticas, porque están muy detrás de esos tratamientos. Parecía que primero inventaban el fármaco y luego inventaban la patología para vender ese fármaco.
La campaña la verdad es que a nivel personal yo la viví como cuando vives las cosas que tienen sentido, y que uno las hace con encaje, con mucha fuerza.
A nivel de relación y de trabajo en equipo fue muy bien, se realizaron acciones de difusión, yo creo que potentes, le dimos cierta visibilidad al conflicto, que hasta ese momento nadie se había puesto a hablar, investigar y tratarlo como había que tratarlo y yo creo que empezamos a ponerlo encima de la mesa. Pero la respuesta de las instituciones fue que no dieron ninguna respuesta, no hubo interés por el tema, ni siquiera por darnos los datos, nada.
¿A qué instituciones os dirigisteis?
Al defensor del menor y a la Comunidad de Madrid. La última acción que se hizo fue en el 2012, que se llevó a una comisión deontológica de los psiquiatras para que un poco controlaran ese tema. Estos nos atendieron. Fueron los únicos que nos atendieron.
Después de todo esto, ¿cuál es tu posición sobre el TDAH?
Mi posición es que el TDAH no existe. Existen ciertas dificultades de comportamiento o de manejo de las emociones, o manejo de toda esa energía que los chavales tienen y que no saben todavía como calibrarla. Pero si lees claramente cuales son los ítems que se utilizan para diagnosticar el TDAH,  que te muevas, que te levantes una y otra vez del sillón, yo creo que todos seríamos hiperactivos. Yo desde luego sería hiperactiva, pero no cuando era pequeña, ahora también.  
¿Cual es tu experiencia al trabajar con niños diagnosticados con el TDAH?
Varía mucho en función de los que no tienen un tratamiento farmacológico, que son los menos, y los que si lo tienen. Apuntaría a los chavales que toman medicación con psicofármacos que a veces están diagnosticados con TDAH y a veces ni siquiera les diagnostican con nada en concreto, pero si reciben ese tratamiento.
Entonces pues es muy variada, pero en general chavales que cuando no toman la pastilla son chavales expansivos, expresivos, divertidos, alegres,  cuando la toman están alicaídos, totalmente apáticos, como desconectados de lo que está pasando, muy, muy cansados. Recuerdo un caso de un niño que en el comedor se nos dormía sistemáticamente. Tuvimos que llamar a la madre y decirle, oye habla con la siquiatra porque es exagerado, no es que se canse, es que se duerme.
Los menores medicados sufren muchos desajustes, las pérdidas de peso, por ejemplo, son muy llamativas. O a veces lo contrario, empiezan a engordar sin parar. Si se acaban de tomar el fármaco, que normalmente lo toman por la mañana, están más concentrados, pero cuando se les pasa el efecto empiezan a ponerse nerviosos, porque claro tienen todo el síndrome de abstinencia, necesitan su droga.
Pero sobre todo lo más tremendo es lo apáticos y desconectados que se quedan. Da mucha cosita verlos. Porque los niños son justamente energía  y vitalidad y el fármaco lo que hace es que esa vitalidad la aniquila.
¿Qué consecuencias ves a largo plazo con los que están siendo tratados con psicofármacos?
Las consecuencias me preocupan mucho. Igual que no se sabían las consecuencias cuando la gente se ponía de heroína, nos vamos a sorprender mucho cuando empiecen a producirse los primeros casos de brotes de suicidios, de brotes psicóticos, porque esas son las consecuencias a largo plazo. En los Estados Unidos estamos hartos de ver noticias donde de pronto fulanito llega con un arma y hace un desastre. Esos brotes tienen que ver con chavales que han estado tratados largo tiempo y de pronto dejan la medicación. Ahí no sabemos la respuesta que va a haber
¿Qué opinas de la tendencia a medicalizar la vida que ahora se ha impuesto tanto?
Si profundizas un poco en esta tendencia de medicalizarlo absolutamente todo, en su base está la violencia de este sistema que lo que está tratando es de robar la intencionalidad humana. Se Trata de una visión zoológica de la vida humana, en la que efectivamente, para mantenernos encorsetados y sin capacidad de transformación. Pero la intención humana siempre se abre paso. No van a poder coartar la libertad con las pastillas. Pero en la base está eso. Como en otros momentos históricos se han usado otras drogas para aniquilar a las generaciones jóvenes.
Los humanistas considerasteis denunciar este abuso hacia los menores como una prioridad en todo el mundo, ¿por qué?
Porque cuando las sociedades empiezan a maltratar a sus niños ya se está tocando lo que nos parece que es lo más sagrado que es el futuro. Porque esos chavales son el futuro, de hecho lo están siendo ya. Es muy grosero que el sistema intente barrer a una generación entera.
¿Y que está pasando con los menores, cual es su situación desde tu punto de vista?

Respecto a la situación de la infancia y de los jóvenes en este momento yo no tengo una respuesta definitiva. Creo que entran en juego un montón de factores. Por lo que he visto y por lo que vivo diariamente me parece que el mundo cambia muy rápido, y que las instituciones educativas y la situación familiar no se adaptan a esos cambios tan acelerados. No creo que de pronto haya nacido una generación que sea tonta o hiperactiva, me parece un análisis muy plano que por otra parte es el que se hace. Y yo lo que creo es que a los chavales les hacen falta referencias. Pero no referencias externas o rígidas, sino referencias internas y referencias coherentes. Y es lo que está faltando, esa coherencia de las personas adultas, sean  profesores, sean padres y madres, sean siquiatras, sean médicos, y esa falta de coherencia de alguna manera se cataliza en este caso en lo más débil que son los chavales, que no tienen recursos ni herramientas para manejar esas incoherencias, esas contradicciones. Muchas veces lo que si necesitan son pautas, lo que necesitan es saber más o menos hacia donde se tienen que orientar y estamos en una sociedad en la que lo que acabo de decir ahora mismo ya no vale. Es muy difícil manejarse con un cambio tan acelerado.  
Realmente en casa o en el colegio se dan dificultades de relación de los chavales, hay veces que hay dificultades para atender, hay dificultades para que tu estás tratando de transmitir un conocimiento y es bastante difícil, tardas 30 minutos para que los chavales se callen y así comenzar a dar la clase, eso está sucediendo.
Mi postura no es decir que no está pasando nada. ¡Pasa! Y pasa fuertemente. El tema es  cómo se está analizando, es como si responsabilizáramos de todo a los chavales y encima les damos una pastilla para que se callen.  Y me parece que habría que poner en cuestión el modelo de educación que estamos tratando de imponer, el modelo de sociedad y el modelo de ser humano. Y eso no se cuestiona. Hasta que no cuestionemos eso no vamos a poder afrontar de una manera humanista y dar una respuesta no violenta a lo que está sucediendo.
El sistema educativo lo que trata de transmitir es que hay unos ganadores y hay unos perdedores. Entonces hay una lucha y una presión a los chavales por llegar a ser los mejores, los mejores, los mejores. Y a eso también responde lo de tomar la pastilla porque tienes que ser eficaz.


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