Propuestas

Si estás cansado de tanta mentira... construye algo verdadero

Los partidos políticos tradicionales son de mentira. Han quedado reducidos a una estructura funcionarial, vacía de cualquier significado, sólo preocupada por su propia subsistencia y por el mantenimiento de un sistema que les alimenta para que las cosas sigan como están. Cada cierto tiempo escenifican su danza de cortejo e intentan seducir a los votantes en un falso juego de falsa democracia. Y mienten; mienten mucho. Su único proyecto es servir a los poderosos.

Disimular tanta falsedad ya resulta difícil incluso para los profesionales de la mentira. Por eso la gente ha dado la espalda desde hace tiempo a la política. Aumenta la abstención y aumenta la desconfianza. Aumenta, en definitiva, el individualismo. 

Las personas se sienten maltratadas. Maltratadas por los precios abusivos de productos básicos, por los bancos (que especulan y obtienen ganancias millonarias practicando la usura) y por sus gobernantes. Se viven maltratadas en su trabajo (si lo tienen) y en los servicios públicos, cada vez más deteriorados para justificar su privatización.

En este paisaje parece que todo vale. La atmósfera se presenta envenenada de crueldad, las relaciones personales se hacen cada día más crueles y la gente se trata cada vez peor a sí misma.

El individualismo imperante apuesta por el sálvese quien pueda, mientras se producen coyunturales respuestas colectivas empujadas por intereses ajenos a los verdaderos conflictos o por desbordes sociales que benefician a los sectores más extremistas del sistema.

Aunque entre las aspiraciones de la buena gente y la realidad se ha levantado un muro, los humanistas decimos que los poderosos de hoy no tienen asegurado el futuro. Es el momento de salir de la prehistoria.

Para los humanistas el tema principal es decidir si se quiere vivir y en qué condiciones queremos hacerlo. Se trata de una decisión personal: de buscar algo verdadero, que nos dé sentido, y construirlo junto con otros.

Denunciamos toda forma de violencia y planteamos un proyecto político que rechaza las falsedades que representan los grandes capitales y la estúpida cultura materialista que nos quieren imponer.

El Partido Humanista avanza sobre la simple formalidad de iguales derechos para reclamar iguales oportunidades para todos.

Que no te engañen... dentro de este sistema no hay elecciones. ¿Eliges, acaso, la usura de los bancos? ¿Eliges el desempleo? ¿Eliges gobernantes al servicio del dinero? ¿Salud y educación públicas deterioradas como excusa para privatizaciones? ¿Medios de comunicación vendidos? ¿Eliges hipotecar tu futuro para mantener este sistema?

Frente a esta democracia formal, los humanistas planteamos la necesidad de una Democracia Real que devuelva la capacidad de decisión a las personas. Frente a la especulación de los grandes capitales, situamos la Banca Pública Sin Interés y la Propiedad Participada de los Trabajadores. Frente a la privatización, defendemos salud y educación públicas gratuitas y de calidad.  

El Plan Humanista Vecinal es la expresión de una nueva forma de hacer política. Son las legítimas aspiraciones de la gente.

Si estás cansado de tanta mentira... construye algo verdadero

1. Democracia Real. Si no cumplen... que se vayan
Crece entre los ciudadanos el rechazo hacia la participación política y hacia los políticos en general. Las promesas que se hacen durante las campañas electorales son luego olvidadas sin que los votantes tengan mecanismo alguno para reclamar lo prometido, como si al acceder al poder, los alcaldes dispusieran de un cheque en blanco para actuar como les venga en gana. La actuación de muchos cargos que, cuando acceden al poder, utilizan lo público para su enriquecimiento personal, ha extendido la percepción de que la política y los partidos políticos se han convertido en maquinarias que defienden sus intereses y espacios privados, alejados de las necesidades y reclamos del pueblo. Se han convertido en normales el robo, la estafa y la mentira. A nivel municipal las operaciones urbanísticas se entienden en el conjunto de la población como operaciones especulativas donde un grupito de políticos y empresarios se reparten beneficios millonarios. Esta figura se ha repetido demasiadas veces en demasiados ayuntamientos de España.

No podemos calificar de realmente democrático un sistema orientado a perpetuar en el poder al conjunto de fuerzas que actualmente se alternan en los gobiernos municipales y autonómicos. Los grandes partidos reciben millones de euros del Estado, a lo que hay que sumar los medios técnicos y humanos que las administraciones ponen al servicio de los electos (despachos, ordenadores, vehículos, chóferes, secretarios, asistentes, etcétera), mientras otras opciones se ven aplastadas por una Ley Electoral que favorece a los grandes e impide que aparezcan las necesarias nuevas alternativas. Ni que decir tiene que los grandes poderes económicos están muy interesados en que esto continúe así, y la poco transparente financiación de los grandes partidos lo demuestra. La maraña de instituciones a distintos niveles (local, regional, nacional, europea) aumenta la sensación de lejanía de los ciudadanos. Hay una grave crisis de legitimidad de partidos e instituciones políticas.

Como consecuencia de lo anterior, cada vez más ciudadanos se apartan de la “democracia formal” y se abstienen como medida de protesta o de desinterés en las elecciones.

Para los humanistas no es suficiente votar una vez cada cuatro años. Las nuevas tecnologías permiten la construcción de mecanismos directos de información y participación, que controlen al poder político y permitan una soberanía real del pueblo, y no sólo un simulacro en el papel. Por ello proponemos una Ley de Responsabilidad Política que obligue a los cargos electos a responder ante los ciudadanos sobre las decisiones tomadas en el ejercicio de su cargo, y contemple las promesas realizadas en campaña como un contrato entre el político y los votantes. Este contrato, al igual que cualquier otro, tiene que poder rescindirse cuando el político no lo cumple.

No podemos admitir que un alcalde, o cualquier otro representante del pueblo, tome decisiones que comprometan a varias generaciones de ciudadanos sin consultarles, y sin rendir cuentas ante nadie en cuatro años. Así ha sucedido, por ejemplo, cuando un Gobierno se ha embarcado en guerras o, llevándolo al plano municipal, cuando determinados alcaldes han endeudado a sus municipios con caprichosas obras faraónicas, teniendo después que reducir la calidad de los servicios básicos. ¿Cuándo hemos sido consultados antes de tomar decisiones de este calibre? Los humanistas defendemos que la delegación de poder que se hace en los representantes tiene que limitarse a los asuntos de administración ordinaria y al cumplimiento de sus programas electorales. Todas las grandes decisiones deben ser consultadas a los ciudadanos mediante referéndum.

En definitiva, para que la actual democracia sea real, es necesario reducir el poder de los representantes y devolvérselo a los representados en forma de democracia directa. Para ello necesitamos la creación de una Ley de Responsabilidad Política que sancione los incumplimientos electorales, que garantice un acceso igualitario de todos los partidos a los recursos públicos y a los medios de comunicación, y que permita que los colectivos ciudadanos puedan tener iniciativa directa legislativa y ejecutiva, incluso promoviendo la revocación de mandatos. Esta concepción de la democracia real es muy factible para ponerla en práctica en los municipios, donde el ciudadano tiene percepción directa sobre lo que hacen sus alcaldes y concejales.

2. Economía mixta. Banca Municipal sin Interés



El modelo económico actual, basado en la llamada “economía libre de mercado” ha pasado por varias etapas hasta llegar a esta última, en la que se manifiesta un alejamiento creciente de la economía real o productiva de la financiera o especulativa. Los humanistas denunciamos la tiranía del capital financiero que está ahogando a trabajadores y empresarios, quienes representan la economía productiva. Los aparatos estatales han subordinado todo a los intereses de estos grandes capitales financieros, que especulan con las materias primas, los alimentos, el petróleo, los avances tecnológicos, la salud, etcétera. La violencia económica que ejercen es la principal causa de sufrimiento de miles de millones de personas en todo el Planeta. Los gobiernos de Europa han claudicado y abandonan ahora el tradicional modelo de protección y derechos sociales y siguen obedientes las consignas de los “mercados” (entiéndase bancos y fondos de inversión).

Es necesario desactivar esta enorme dependencia y subordinación al capital financiero y pasar a una economía productiva. Por ello defendemos un modelo de economía mixta donde tenga su papel la empresa privada, pero también la intervención y regulación pública. Proponemos la creación de una banca pública sin interés, capaz de transformar los mercados financieros; los especuladores podrán seguir existiendo en la banca tradicional, pero su acción se convertirá en algo cada vez más marginal, ya que las familias y empresas preferirán financiarse a través de banca sin interés y, por tanto, sin usura.

La banca sin interés puede parecer a simple vista un proyecto utópico, por la fuerte y arraigada creencia, de que un crédito ha de llevar asociado necesariamente una tasa de interés. Este disparate sólo se sostiene desde el punto de vista de la usura instaurada actualmente. Desde luego que sostener una estructura bancaria tiene su coste, pero el mismo puede solventarse con el cobro de un gasto administrativo, necesario y suficiente, y no mediante la aplicación de tasas de interés, y mucho menos con tasas usureras.

El estado, las comunidades autónomas y los ayuntamientos manejan suficiente cantidad de fondos como para poner en marcha un flujo de préstamos y depósitos que hagan viable la creación bancos municipales sin interés. También cuenta con suficientes herramientas fiscales y legales como para hacer que muchos depósitos de empresas privadas e instituciones de todo tipo se canalicen a través de la banca sin interés.

Esta Banca sin Intereses favorecerá la Propiedad Participada de los Trabajadores para crear nuevos modelos de empresa y apoyará las infraestructuras sociales.

Desde luego que las operaciones realizadas por esta banca, para que realmente estuviéramos hablando de una democratización de la economía, deberían estar cogestionadas y controladas por el conjunto de la sociedad.

Para los humanistas la prioridad es que todas las personas tengan aseguradas sus necesidades en lo que concierne a salud, educación y calidad de vida (vivienda, empleo, alimentación, etcétera) para poder desarrollarse con libertad. Por tanto, aspiramos también a la democracia real en el campo económico. El objetivo de la economía es asegurar que las necesidades de base estén a disposición de todos y aumentar el bienestar de las personas. Las administraciones públicas deberían garantizar los servicios públicos y aportar liquidez monetaria, independientemente de la oferta de los bancos privados.

3. Un municipio de todos. Participación ciudadana

Cuando llegan las elecciones el gobierno y los partidos politicos tradicionales llaman a la poblacion a participar. ¿Pero qué pasa el resto del tiempo?

En nuestro pais la democracia se ha deteriorado impulsada por los intereses del gran capital y la banca, que necesitan ciudadanos adormecidos que se conviertan en simples consumidores y trabajadores precarios y sumisos. No existen verdaderas vías de participación para los ciudadanos en las cosas públicas, excepto el voto cada cuatro años para elegir entre las diferentes marcas políticas que tienen opciones de gobernar (esas mismas las que cuentan con el apoyo financiero de la banca). Los mecanismos que permiten a la gente decidir sobre las cuestiones que les afectan directamente como el referéndum, nunca son utilizados y, además, no son vinculantes. En esta democracia representativa de baja intensidad, la opinion de la gente no cuenta.

Los Humanistas proponemos una regeneración de la democracia donde el poder esté realmente en manos de las personas y no en manos de políticos alejados de los intereses de la gente y que únicamente sirven a quien los financia. Por ello proponemos medidas que permitan la participación real de los ciudadanos, el control de los cargos públicos, la verdadera independencia entre poderes y la igualdad de oportunidades para todos. En concreto en materia de participación en el ámbito municipal, estas son nuestras propuestas.

-    Creación de la figura del Concejal de Barrio, elegido directamente por los vecinos y no surgido de pactos entre partidos.

-    Foro Vecinal como instancia coordinadora entre los vecinos y organizaciones sociales del barrio. El Foro recoge las inquietudes, aspiraciones y necesidades del barrio, canalizándolas ante el Ayuntamiento a través del Concejal de Barrio. Tiene la función de planificar las actividades sociales en base a las prioridades establecidas por los vecinos.

    Este Foro tiene capacidad de gestión de recursos en proyectos votados por los vecinos y está formado por representantes de los vecinos en proporción al número de habitantes del barrio. Cuenta además con capacidad para destituir al Concejal de Barrio si éste incumple sus compromisos o funciones, haciéndose efectiva de esta manera la Responsabilidad Política desde la misma base social.

-    Oficina de Atención al Vecino, que facilite el acceso directo a toda la información y gestiones de ámbito barrial, municipal y extramunicipal.

-    Creación de los mecanismos necesarios para hacer efectiva la Democracia Directa. En lo inmediato implementación de la Consulta Popular y el Referéndum sobre todos los temas de interés general para los habitantes del municipio. Implementación de la Consulta Directa Electrónica a través de la red informática. Redes sociales municipales con foros de debate, plenos en directo, etcétera.

-    Formación de Medios de Comunicación barriales y municipales, sin censura y abiertos a todos los vecinos. El barrio necesita, como mínimo, una radio, una publicación local y una web que permita la interaccion de los vecinos con los concejales y técnicos municipales, así como el acceso libre a toda la información sobre proyectos, presupuestos, etcétera.

-    Creación de la Oficina de Derechos Humanos Muncipal, dotada de personal cualificado y voluntarios como primer núcleo de atención a los colectivos y personas discriminados y desfavorecidos.



4. Un municipio implicado en la salud, educación y calidad de vida de sus vecinos
Basta un simple vistazo a los Presupuestos Generales del Estado para darse cuenta de cuáles son las prioridades para nuestros gobernantes (ahora y antes, puesto que estos datos no varían dependiendo del signo político de quien ocupa el poder). El presupuesto militar (incluyendo la investigación en este campo) prácticamente duplica lo invertido en salud y triplica lo destinado a educación. Resulta evidente entonces que, a ojos de este sistema, es más importante continuar invirtiendo en destrucción que destinar recursos a la buena salud física e intelectual de las personas.

Los Humanistas consideramos los recursos destinados a las áreas de educación, salud y calidad de vida de los vecinos como una inversión en el ser humano y no como un necesario “gasto social”. Los poderosos siempre dicen “¿y de dónde saldrán los recursos?”, pero quienes así objetan gastan miles de millones en ayudar a la banca y permiten que otros miles de millones escapen de la economía productiva a la especulación que no produce ningún beneficio social. Lógicamente el cambio en el modelo de servicios sociales tiene que ir de la mano de un cambio del modelo económico, político y social.

Desde hace tiempo, esos mismos políticos que decidieron destinar los presupuestos a otras cuestiones que ellos consideran más importantes que la salud y la educación, quieren instalar, con la ayuda de los medios de comunicación, la idea de que estos servicios funcionarían mejor si son privatizados. Las denominadas “cogestiones” ocultan una privatización paulatina de la salud y la educación, al tiempo que la falta de recursos dedicada a estas áreas provoca la precarización de los servicios. Se encargan de culpabilizar de esta precariedad a inmigrantes o ancianos por el uso que hacen de la salud y la educación públicas, demostrando de nuevo que les sobra la gente. En lugar de destinar más dinero, quieren que haya menos usuarios. Mientras tanto, los profesionales afrontan jornadas de trabajo cada vez más extensas que les impiden rendir adecuadamente y jóvenes licenciados se ven abocados al paro y a empleos mal remunerados. Esta degradación de lo público, programada desde los políticos que nos gobiernan, es la excusa que utilizan para la privatización.


Los Humanistas decimos que la salud y la educación no pueden ser jamás un negocio. Son un derecho inalienable que todos los vecinos de un municipio deberían poder disfrutar en unas condiciones óptimas y de forma totalmente gratuita. 

Hoy está en crisis el esquema educacional, manifestándose esta crisis en la desmotivación de los educadores, la preocupación de los padres, el fracaso escolar, los niveles de absentismo, una violencia desconocida hasta ahora y unos contenidos educativos que corren por detrás de una sociedad humana, científica y tecnológica que está buscando una nueva visión del mundo, una nueva sensibilidad y un nuevo ser humano muy lejos ya de las viejas enciclopedias.

En un municipio Humanista la educación es una prioridad y, por ello, garantiza:

-    Educación pública gratuita y de calidad en todos los niveles, desde la educación infantil hasta la universidad.

-    Acceso gratuito al material escolar, incluyendo los recursos técnicos e informáticos necesarios, para garantizar la verdadera gratuidad de la educación.

-    Una educación en la diversidad (como es diversa la sociedad en la que vivimos, diversa en las razas, diversa en las culturas, diversas en las ideas y en las creencias) y que potencie los valores humanos de acuerdo a la máxima: “Nada por encima del ser humano, y ningún ser humano por debajo de otro”.

-    Una educación integral, que forme y desarrolle a los niños y jóvenes en la capacidad del pensar. la integración y aceptación del cuerpo, la expresión emotiva y la sexualidad. Estos pilares deberán ser adaptados a cada nivel educativo desde la educación infantil hasta la universidad.

La asistencia sanitaria debe ser universal, pública y gratuita, siendo coordinada entre el municipio y la comunidad autónoma. Es necesario definir las necesidades reales y dotar a hospitales y centros de salud de todos los medios necesarios. La salud de la población no puede ser objeto de negocio y especulación y no pueden recortarse las prestaciones por ninguna razón.

Utilizando malintencionadamente los medios  de comunicación para exagerar los defectos de lo público y exaltar las supuestas bondades de la privatización, nos quieren hacer creer que lo público es siempre malo y que lo privado es más eficiente, se trata mejor al paciente y a la larga es más barato. La realidad es distinta: las fuertes inversiones que son necesarias para, por ejemplo, hacer hospitales, son luego explotadas bajo  formulas de “gestión privada”. De esa forma algunos hacen muy buenos negocios sin apenas correr riesgos, ya que los clientes (la población) no tienen otra opción y los que pagan (el estado) lo hacen puntualmente. Todos pagamos y unos pocos se benefician.

La solución ante los problemas actuales no es la privatización sino mejorar la gestión haciéndola más transparente y con la participación de la Administración Publica, los profesionales y los usuarios. La concepción Humanista fomenta la investigación para desarrollar un sistema de salud basado en la prevención de las enfermedades y no en el gasto farmacéutico. Impulsará, además, un centro de terapias alternativas, adecuadamente reguladas y reconocidas, dentro del sistema público y gratuito de salud. Las políticas médicas tienen que venir de la experiencia, no de los intereses económicos de laboratorios e industria médica, que antes que acabar con la enfermedad buscan multiplicar sus beneficios.

Un ejemplo especialmente grave es el abuso de psicofármacos sobre todo en niños y adolescentes, dictados por modas e informes que están directa o indirectamente manipulados por los propios laboratorios. Sabemos que en este momento histórico hay cada vez más tensiones, dificultades de comunicación, etcétera, pero eso no se resuelve introduciendo química en el sistema nervioso de los seres humanos. Y que esto se haga en nuestros niños y adolescentes aprovechando la desorientación de maestros y padres, es absolutamente inmoral.

La calidad de vida de los vecinos de un municipio implica otros servicios además de la salud y la educación. Una administración pública que se ocupe del bienestar de sus vecinos defenderá los intereses de los mismos en el acceso a los servicios de agua, electricidad, telecomunicaciones, etcétera. Hay que detener la locura privatizadora que, impulsada por los políticos que actualmente nos gobiernan, busca abrir nuevas vías para el beneficio de grandes empresas y grupos de presión.

El bienestar de la población, por cierto, tiene mucho que ver con el cuidado del medio ambiente. La política medioambiental del municipio debe convertirse en un motor fundamental de desarrollo. Cualquier decisión estratégica (en empleo, energía, transporte, etcétera) tendrá que alinearse con el concepto de desarrollo sostenible.

El municipio Humanista desarrollará un plan de energías limpias que busque sustituir paulatinamente las fuentes energéticas contaminantes por otras limpias y renovables, saliendo así además del continuo chantaje que representan las presiones ejercidas por grupos empresariales relacionados con el petróleo.

En este sentido, el municipio impulsará la formación y cualificación de profesionales en gestión ambiental y energías limpias, además de incentivar fiscalmente a las pequeñas y medianas empresas para la producción, instalación y mantenimiento de fuentes energéticas renovables.

En su sentido más amplio, el medio ambiente es el compendio de valores naturales, sociales y culturales existentes en un lugar y momento determinado, que influyen en la vida material y psicológica del ser humano y en el futuro de generaciones venideras. Por eso, cualquier acción en el ámbito del medio ambiente debe estar planteada desde la necesidad de un desarrollo sostenible y equilibrado. Cuidar la naturaleza es cuidar la casa común de todos los vecinos.

Basta un simple vistazo a los Presupuestos Generales del Estado para darse cuenta de cuáles son las prioridades para nuestros gobernantes (ahora y antes, puesto que estos datos no varían dependiendo del signo político de quien ocupa el poder). El presupuesto militar (incluyendo la investigación en este campo) prácticamente duplica lo invertido en salud y triplica lo destinado a educación. Resulta evidente entonces que, a ojos de este sistema, es más importante continuar invirtiendo en destrucción que destinar recursos a la buena salud física e intelectual de las personas.

Los Humanistas consideramos los recursos destinados a las áreas de educación, salud y calidad de vida de los vecinos como una inversión en el ser humano y no como un necesario “gasto social”. Los poderosos siempre dicen “¿y de dónde saldrán los recursos?”, pero quienes así objetan gastan miles de millones en ayudar a la banca y permiten que otros miles de millones escapen de la economía productiva a la especulación que no produce ningún beneficio social. Lógicamente el cambio en el modelo de servicios sociales tiene que ir de la mano de un cambio del modelo económico, político y social.

Desde hace tiempo, esos mismos políticos que decidieron destinar los presupuestos a otras cuestiones que ellos consideran más importantes que la salud y la educación, quieren instalar, con la ayuda de los medios de comunicación, la idea de que estos servicios funcionarían mejor si son privatizados. Las denominadas “cogestiones” ocultan una privatización paulatina de la salud y la educación, al tiempo que la falta de recursos dedicada a estas áreas provoca la precarización de los servicios. Se encargan de culpabilizar de esta precariedad a inmigrantes o ancianos por el uso que hacen de la salud y la educación públicas, demostrando de nuevo que les sobra la gente. En lugar de destinar más dinero, quieren que haya menos usuarios. Mientras tanto, los profesionales afrontan jornadas de trabajo cada vez más extensas que les impiden rendir adecuadamente y jóvenes licenciados se ven abocados al paro y a empleos mal remunerados. Esta degradación de lo público, programada desde los políticos que nos gobiernan, es la excusa que utilizan para la privatización.

Los Humanistas decimos que la salud y la educación no pueden ser jamás un negocio. Son un derecho inalienable que todos los vecinos de un municipio deberían poder disfrutar en unas condiciones óptimas y de forma totalmente gratuita. 

Hoy está en crisis el esquema educacional, manifestándose esta crisis en la desmotivación de los educadores, la preocupación de los padres, el fracaso escolar, los niveles de absentismo, una violencia desconocida hasta ahora y unos contenidos educativos que corren por detrás de una sociedad humana, científica y tecnológica que está buscando una nueva visión del mundo, una nueva sensibilidad y un nuevo ser humano muy lejos ya de las viejas enciclopedias.


En un municipio Humanista la educación es una prioridad y, por ello, garantiza:

-    Educación pública gratuita y de calidad en todos los niveles, desde la educación infantil hasta la universidad.

-    Acceso gratuito al material escolar, incluyendo los recursos técnicos e informáticos necesarios, para garantizar la verdadera gratuidad de la educación.

-    Una educación en la diversidad (como es diversa la sociedad en la que vivimos, diversa en las razas, diversa en las culturas, diversas en las ideas y en las creencias) y que potencie los valores humanos de acuerdo a la máxima: “Nada por encima del ser humano, y ningún ser humano por debajo de otro”.

-    Una educación integral, que forme y desarrolle a los niños y jóvenes en la capacidad del pensar. la integración y aceptación del cuerpo, la expresión emotiva y la sexualidad. Estos pilares deberán ser adaptados a cada nivel educativo desde la educación infantil hasta la universidad.

La asistencia sanitaria debe ser universal, pública y gratuita, siendo coordinada entre el municipio y la comunidad autónoma. Es necesario definir las necesidades reales y dotar a hospitales y centros de salud de todos los medios necesarios. La salud de la población no puede ser objeto de negocio y especulación y no pueden recortarse las prestaciones por ninguna razón.

Utilizando malintencionadamente los medios  de comunicación para exagerar los defectos de lo público y exaltar las supuestas bondades de la privatización, nos quieren hacer creer que lo público es siempre malo y que lo privado es más eficiente, se trata mejor al paciente y a la larga es más barato. La realidad es distinta: las fuertes inversiones que son necesarias para, por ejemplo, hacer hospitales, son luego explotadas bajo  formulas de “gestión privada”. De esa forma algunos hacen muy buenos negocios sin apenas correr riesgos, ya que los clientes (la población) no tienen otra opción y los que pagan (el estado) lo hacen puntualmente. Todos pagamos y unos pocos se benefician.

La solución ante los problemas actuales no es la privatización sino mejorar la gestión haciéndola más transparente y con la participación de la Administración Publica, los profesionales y los usuarios. La concepción Humanista fomenta la investigación para desarrollar un sistema de salud basado en la prevención de las enfermedades y no en el gasto farmacéutico. Impulsará, además, un centro de terapias alternativas, adecuadamente reguladas y reconocidas, dentro del sistema público y gratuito de salud. Las políticas médicas tienen que venir de la experiencia, no de los intereses económicos de laboratorios e industria médica, que antes que acabar con la enfermedad buscan multiplicar sus beneficios.

Un ejemplo especialmente grave es el abuso de psicofármacos sobre todo en niños y adolescentes, dictados por modas e informes que están directa o indirectamente manipulados por los propios laboratorios. Sabemos que en este momento histórico hay cada vez más tensiones, dificultades de comunicación, etcétera, pero eso no se resuelve introduciendo química en el sistema nervioso de los seres humanos. Y que esto se haga en nuestros niños y adolescentes aprovechando la desorientación de maestros y padres, es absolutamente inmoral.

La calidad de vida de los vecinos de un municipio implica otros servicios además de la salud y la educación. Una administración pública que se ocupe del bienestar de sus vecinos defenderá los intereses de los mismos en el acceso a los servicios de agua, electricidad, telecomunicaciones, etcétera. Hay que detener la locura privatizadora que, impulsada por los políticos que actualmente nos gobiernan, busca abrir nuevas vías para el beneficio de grandes empresas y grupos de presión.

El bienestar de la población, por cierto, tiene mucho que ver con el cuidado del medio ambiente. La política medioambiental del municipio debe convertirse en un motor fundamental de desarrollo. Cualquier decisión estratégica (en empleo, energía, transporte, etcétera) tendrá que alinearse con el concepto de desarrollo sostenible.

El municipio Humanista desarrollará un plan de energías limpias que busque sustituir paulatinamente las fuentes energéticas contaminantes por otras limpias y renovables, saliendo así además del continuo chantaje que representan las presiones ejercidas por grupos empresariales relacionados con el petróleo.

En este sentido, el municipio impulsará la formación y cualificación de profesionales en gestión ambiental y energías limpias, además de incentivar fiscalmente a las pequeñas y medianas empresas para la producción, instalación y mantenimiento de fuentes energéticas renovables.

En su sentido más amplio, el medio ambiente es el compendio de valores naturales, sociales y culturales existentes en un lugar y momento determinado, que influyen en la vida material y psicológica del ser humano y en el futuro de generaciones venideras. Por eso, cualquier acción en el ámbito del medio ambiente debe estar planteada desde la necesidad de un desarrollo sostenible y equilibrado. Cuidar la naturaleza es cuidar la casa común de todos los vecinos.

5. Un municipio que impulse el empleo

Durante el año 2011 el desempleo ha alcanzado cifras históricas en nuestro país: más de cuatro millones y medio de personas (20,3% de la población activa) no tienen trabajo. Hay otro dato que resulta dramático: en más de 1.300.000 hogares todos los miembros de la familia están desempleados. Con estos números en la mano, no resulta extraño que el paro aparezca como el problema que más preocupa a los españoles en todas las encuestas.

Para los humanistas, sin embargo, el desempleo no es el problema. Es el síntoma de un mal aún mayor. Es la expresión de que a los poderosos de este sistema económico y social inhumano les sobra la gente. Les sobran los parados mayores de 50 años, les sobran los jóvenes que buscan su primer empleo, les sobran las mujeres y los inmigrantes que, dicen ellos, ocupan puestos de trabajo aumentando la desocupación.

Si tratamos de enfocar el desempleo, como hacen los partidos políticos tradicionales, desde la óptica de este sistema, jamás encontraremos una solución. Estaremos encadenados a reformas del mercado de trabajo que castigan a los más débiles, a sindicatos que no defienden los intereses de los trabajadores y a empresarios temerosos atenazados por los créditos usureros de los bancos.    

Es falso que un cambio en la situación financiera (eso que llaman crisis) o un relevo en el gobierno de turno vaya a resolver la situación. Los políticos actuales no son una solución, sino cómplices del problema.

A quienes controlan el capital no les interesa crear puestos de trabajo. Quieren que su dinero crezca, que genere mayores beneficios, a ser posible a gran velocidad. Lo llaman “poner a trabajar el dinero”. Su acción va entonces dirigida a rebajar costes -mano de obra más barata- y a acumular ganancias que son desviadas al circuito especulativo, en lugar de reinvertirlas en nuevas fuentes de trabajo. El resultado son empleos precarios, mal pagados, ocupados por trabajadores dóciles y asustados ante la amenaza verse condenados al paro.  

Es desde esta perspectiva, que la propuesta humanista no está enfocada a la simple creación de parches asistenciales para los desempleados ni, por supuesto, a continuar cediendo al chantaje de los grandes capitales y bancos. Hay que actuar entonces en la raíz del problema, proponiendo nuevos modelos que liberen al trabajador de la precariedad dotándole de capacidad de decisión, y saquen a los pequeños y medianos empresarios del laberinto crediticio.

El Plan Humanista Municipal impulsará el empleo de los vecinos favoreciendo que las empresas que así lo deseen puedan convertirse en Empresas de Propiedad Participada de los Trabajadores. Este nuevo modelo empresarial comparte la gestión y los beneficios entre el empresario y los empleados. Además, un porcentaje de las ganancias obtenidas deberá ser reinvertido en la creación de nuevos puestos de trabajo, evitando de esta forma la fuga del capital hacia la especulación.

Las nuevas empresas que se acojan a esta figura (o aquellas que modifiquen su situación para adaptarse a la misma) recibirán la financiación necesaria a través del Banco Público Sin Interés y tendrán importantes beneficios fiscales dentro del sistema tributario municipal.     

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